viernes, 14 de agosto de 2020

Encarnación Araya Vera (1918-2020).

Queremos dar un póstumo y sentido homenaje, a pocos días de su deceso a nuestra madre, madrina, amiga, hermana, prima, tía, abuelita, bisabuela y tatarabuela Encarnación Araya Vera o conocida por todo el mundo como CHONITA...

Una mujer única, leal, fiel a sus ideas y respetuosa: "gracias por ser la más valiente y decidida mamá, abuelita, tía, prima, bisabuela, tatarabuela, tía, hermana, vecina y amiga del mundo, invencible ante la vida y luchadora por tus hijos. Gracias por hacer crecer a tu familia, amistades y conocidos, por defender tus ideales y dar tu amor infinito a todos. Con tu sonrisa apaciguaste hasta al más infame. Gracias por acoger a tu familia, por brindarles todo tu amor y querer siempre lo más bello. Fuisteís la más alegre, abnegada, honesta, VALIENTE y queredona que existió jamás".


Nació un 19 de Septiembre de 1918 en la mina Zaragoza perteneciente al Departamento de Chuquicamata, Segunda Región de Chile. Día que desde 1915 se hizo feriado por el Presidente Barros Luco conmemorando las Glorias del Ejército. También en este día de dulce y de agraz para la familia, falleció en Calama su prima Matilde Vera Morales. 

Encarnación fue hija de Guillermina Vera y Mateo Araya, fue la mayor de su 4 hermanos: Lyly, Mateo, Terentio y Arturo.

En los años 30 su madre se vio forzada a trabajar luego que su padre Mateo contrajera la enfermedad del minero o silicosis.

Siendo la mayor de sus hermanos tuvo que cuidarlos junto a su madre viviendo humilde y trabajosamente luego que muriera su padre. 
 En los años 40, Encarnación entró a trabajar al mineral de Chuquicamata como parte de la pulperia Nº 2.

Se casa con su marido Raúl Pérez, en 1940 y teniendo cuatro retoños: Elizabeth, Ruth, Mateo y Raúl. Era doce años mayor que su marido.

Visitó muchos a sus familiares en sus primeros años de casada, convirtiéndose en un apoyo para sus primos y sobrinos. sobre todo de Calama y Tocopilla, sus primos Lía, Gloría, María, Juan y Juvenal de la Tierra de Sol y Cobre y su primo Samuel y Felisa de Tocopilla.

Completó un ciclo en el norte y se fue a Santiago en los años sesenta, radicándose en el barrio Eisten.

Allí nació su pasión en los años setenta del siglo pasado por la labor social y ayuda al prójimo. Se convirtió en la presidenta del Centro de Madres de su barrio donde estuvo cincuenta años. Realizó trabajos en bordados y artilugios para el hogar.

Su marido enfermo en los años ochenta donde falleció dejándola con sus hijos ya adultos y casados dos. Los solteros le ayudaron mucho: Mateo y Raúl, este último fue el pilar de su edad avanzada por su esmero y dedicación para con su madre.

En los años 90 sus nietos de sus hijas e hijo Mateo le hicieron sonreír. Justamente una vez se le preguntó el secreto de su longevidad y contestó: "la risa, no enojarse con nadie y tirar pa' rriba".... con su característica voz y sempiterna dulzura.

Quizás sus 8 nietos, sus 17 bisnietos y 7 tataranietos (Sebastián, Jacobo, Daniela, Marco Felipe, Wido, Nathalie, Jorge, Fabián, Javier, Cinthia, Alison, María, José, Diego, Matías, Agustina, Verónica, Paty, María, Hortencia, Lily, Cintia, Raúl, Gisel y Javiera) le dieron muchísimas alegrías y fuerza para seguir en este mundo, impregnando en ellos un respeto a la civilidad y enojo ante cualquier protesta sin sentido.

Ya en el Siglo XXI su nieta María le acompañó para siempre y junto a Raúl fueron los artífices de su salud, preparándole sus comidas coladas, llevándola al consultorio y especialmente mimándola, no hubiese podido estar junto a todos si no hubiera sido por ellos.  

Encarnación pasó sus últimos días repleta de sorpresas, gracias a su familia, especialmente María y Raúl, visitó a la playa en la Quinta Región, celebró su santo junto a sus nietos y especialmente la conmemoración de su cumpleaños número cien fueron todo un acontecimiento familiar. De todas partes llegaron sus amistades y familia, de Calama su cuñada Amalia, de Providencia sus sobrinos Elina y Patricio y a la distancia todos quienes la amaban.

Chonita ¡nunca dejaras nuestras almas y esperamos encontrarte en la otra vida con la ayuda de Dios, Jesús y la Vírgen!



"No es tu cabello de lujo, las joyas de oro o la ropa fina lo que debería hacerte bella. No, tu belleza debe venir de tu interior, la belleza de un espítitu gentil y tranquilo. Esta belleza nunca desaparecerá y vale mucho más para Dios" (1 Pedro 3:3-4).



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