
Nació en Chuquicamata el
19 de Junio del año 1934, hija de Gilberto Farías conocido dirigente obrero de
la pampa salitrera y de Matilde Vera; acababa de cumplir 81 años en el nosocomio
donde estuvo luchando y pampeándole a la “pela”. Su cutis terso para su edad,
sin canas y su figura a lo Brigitte Bardot aun provocaban miradas de asombro y
admiración.

Su femineidad y carisma
la hicieron muy querida en colegio Escuela Primaria Consolidada de María Elena;
luego estudio modas en la Escuela Vocacional de Comercio Pedro Aguirre Cerda de
la Oficina Francisco Vergara, donde siempre estaba entre las reinas, bailaba
con elegancia y fue siempre solidaria con sus compañeros. Desde temprana edad
se notaba su carácter aguerrido; a los dos años le ganó la lucha al tifus que
dejó en su cuadra a 5 niños fallecidos; se salvo de ser ultrajada lanzándose de
un camión, por los años ’50 cuando “en el desierto reinaba la ley del oeste”. Entre sus anécdotas se cuenta que, como su
familia era pobre su madre hacia empanadas y mote con huesillos para vender en
Vergara, su hermano menor estaba varias horas para vender algo, pero ella
cuando se ponía en la ventana de su casa en Calle Prat, vendía todo altiro, y su papá tenía que estar
echando a los “jotes” que le compraban.
Su belleza destacaba en su comunidad, sin
embargo fue humilde, recatada y pulcra, por antonomasia: una verdadera dama.
Tuvo muchos pretendientes, verbigracia: en Vergara la conoció en una de sus
giras el aquel entonces el famoso “negro
chocolate” (padre del cantante nacional del fenecido programa “Rojo” Juan
David Enríquez) él quedó prendado de su hermosura y carisma, incluso, indican
algunos del extinto pueblo, le compuso un bolero intitulado “Gloria”; ella sin
embargo impertérrita; también el historiador iraní Abdullah (conocido
documentalista en los años 60`s) en un viaje a San Pedro de Atacama, le conoció
y se sorprendió con su hermosura, le tomó unas fotos y luego la Revista “Paula” se interesó (incluso las “malas
lenguas” indicaban que le propuso matrimonio para llevársela a Santiago). Ella
acompañaba a su hermana, profesora rural en dicho poblado, a quien se le había
muerto su primera hija, Gloria estaba ayudándola a criar a su otro hijo ya que
las condiciones de esa época en San Pedro, sin posta y solo con los
conocimientos generales del Padre Gustavo Le Paige, ameritaban más apoyo.
Gloria fue “Enfermera” en María Elena años antes, y en esa época le marcaron
dos hechos muy indelebles: los innumerables casos de fantasmas o apariciones en
dicho hospital y la muerte en sus brazos de quien fuera un amor idílico. Un día
llegaron a su lugar de trabajo del hospital las hermanas de un joven obrero que
siempre la miraba y se atrevía a darle una flor o un poema, ella no le dedicaba
atención salvo miradas, la buscan para decirle que su hermano sufrió un grave
accidente y que viene en camino y solo dice su nombre, ella acude a verlo y
hasta su último aliento le acompañó, tenía destazado el cráneo por una
explosión fallida en un pique, pero le dedico su cuidado y cariño. Algunos
dicen que por eso no se casó, ella decía “es el destino que me tocó”.
La familia le decía tía lola, quizás porque nunca quiso
decir su edad ni el paso de los años le afectaban, ferviente devota de la
Virgen de La Tirana, año a año se las ingeniaba para ir en familia o sola,
durmiendo donde podía. Rezos y mandas para sus sobrinos, cuñada, hermanos, toda
su familia le recuerda
como una persona de fe. Fue catequista y a más de alguno
de sus familiares les hizo picar el bichito de servirle a Dios en las
parroquias. Una vez se propuso salvar a un niño vecino, en La Población
O’Higgins de Calama, sumergido en los latrocinios y dipsomanía, pero al final,
al irse de allá y radicarse definitivamente en Antofagasta siguiendo a sus
hermanos, el joven sucumbió y murió en una reyerta con la policía. Contaba, a
propósito de los fantasmas, que siempre que moría alguien en el Hospital de
María Elena una figura blanca se divisaba por la ventana, con un frio
sepulcral. En Calama se hizo socia de Cobreloa, tenía su asiento en el antiguo
estadio y en más de una ocasión reto a un asistente por su “vocabulario”.
Le encantaba leer cuentos y hacer dormir a sus sobrinos (quien no recordará "Los Siete Milagros de Gubio"), llevarlos de paseo al parque del cohete en Calama y al teatro a ver películas, a más de alguno de ellos fue su apoderada (incluso en la universidad), nunca retó a ninguno, solo palabras de apoyo y fe en el de arriba, ella hubiera sido la madre perfecta. Sus platos preferidos como el bistec a lo pobre y el pastel de choclo le hacían feliz, ver novelas en tv fue su pasatiempo, al igual que coleccionar fotos familiares y recortes de diarios o revistas con hechos de la historia de Chile. Su gran pasión la hípica, disfrutaba de ir a las carreras de caballos y cumplió su sueño yendo al Hipódromo Chile en Santiago a ver El Ensayo. (En la foto aparece Gloria, Matilde (mamá), Gilberto (papá), Lía y Juan (hermanos)).
Otra de sus aficiones eran los juegos de azar, su número de la suerte el 42, jugaba sagradamente al Loto y Kino y cuando estaba acumulado soñaba con ganarse el premio sola para repartir entre sus más queridos.
Autovalente,
viajaba a dejar a algún sobrino cuando se iba a estudiar a Santiago, acompañó a
otros a dejarlos a su servicio militar (incluido Poconchile a más de 4.000mts.
sobre el nivel del mar), viajaba donde la necesitaran y con su hierbas
naturales (platero y tusilago) y sus famosas cataplasmas de barro aliviaba las
dolencias y acompañaba al enfermo con sus oraciones.
Ayudaba económicamente a su sobrino regalón que estaba sin pega, era confidente de sus hermanos, siempre por delante la verdad, aunque doliera, jamás una cosa por otra, a algunos más de una vez les disgustó su carácter verás, sin embargo a todos les dedicó su tiempo y cuidados y quienes tuvieron la dicha de conocerla vieron en ella una luz de esperanza para sus vidas; siempre dijo “nunca es tarde para mejorar”.
Sufrió tres accidentes vasculares, una hemiplejia, una trombosis, tenía demencia vascular, perdió

Cabe hacer un paréntesis sobre estas egregias figuras del ámbito artístico y su influencia en la salud de la tía lola: en Abril 2011 recibió la visita en la Clínica Antofagasta de Lenadro Martínez, estando deshauciada. Leandro fue contactado vía correo ya que se encontraba en Antofagasta realizando un programa para la tv local y accedió con su acostumbrada prestancia. Gloria lo reconoció aun a pesar de su delicada salud y fue un acicate para que mejorara dentro de su gravedad, dado que fue "fanática" del programa Rojo de TVN. Hay que hacer un reconocimiento publico de esta labor anónima que hace el baladista pues no todo artista está dispuesto a sacrificar su tiempo por el prójimo.
Con Raphael de un día para otro se enteró la familia de su visita a la ciudad y siendo el artista internacional preferido de ella no se dudo en comprar las entradas para Casino Enjoy y tuvo la suerte que la productora, dada su salud, accediera a dejarle este recuerdo. Casi 3 horas de show en donde en ningún minuto se cansó, estuvo una semana muy feliz y dichosa de su experiencia. Gracias a su hermano Juan pudo adquirir las entradas y gerencia de Casino la ubicó en un lugar de preferencia.
Con la familia (en la foto en blanco y negro aparece con su primo Juan Farías Tolmo) tuvo una relación de apoyo, no dudaba en ayudar desinteresadamente cuando alguien estaba enfermo o le pedía ayuda. Tal vez su mayor virtud fue siempre decirle a la gente lo que pensaba de ellos, por eso que le decían algunos "mete las patas", pero al final fue su gran don: ser honesta y transparente.

Sin darse cuenta ella unió a la familia y su
ausencia nos deja el hermoso legado de apoyarnos hasta que duela, como ella lo
hizo con nosotros. (Aparece en la foto con sobrino regalón, Juan Antón, cuando lo fue a dejar a la universidad Central en Santiago).
Tía lola tuvo la bendición de contar con hermanos y sobrinos que le apreciaban y que siempre estuvieron pendientes de visitarla desde el sur (María Eugenia de Rancagüa); y norte (lalo y Gilberto de Calama, Pablo de Iquique, Elizabeth y Dániza de Arica y Marta de Antofagasta) y desde el cielo sus papitos y hermanos fallecidos.
Tía lola tuvo la bendición de contar con hermanos y sobrinos que le apreciaban y que siempre estuvieron pendientes de visitarla desde el sur (María Eugenia de Rancagüa); y norte (lalo y Gilberto de Calama, Pablo de Iquique, Elizabeth y Dániza de Arica y Marta de Antofagasta) y desde el cielo sus papitos y hermanos fallecidos.

Linda historia, la de la señora Gloria, muy linda en su juventud, gracias a quien se dió el tiempo de escribir respecto a su vida.
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